Título original: 2Guns
Duración: 109 m.
País: Estados Unidos
Director: Baltasar Kormákur
Guión: Blake Masters (Novela gráfica: Steven Grant)
Música: Clinton Shorter
Fotografía: Oliver Wood
Reparto: Mark Wahlberg, Denzel Washington, Paula Patton, Bill Paxton, Fred Ward, James Marsden, Edward James Olmos, Robert John Burke, Greg Sproles, Patrick Fischler, Edgar Arreola, Derek Solorsano, Kyle Russell Clements, Christopher Matthew Cook
Productora: Universal Pictures / Emmett/Furla Films / Boom Entertainment / Envision Entertainment Corporation
Nota: 6.2
El islandés Baltasar Kormákur está incluido dentro de la curiosa e incesante (los realizadores noruegos de KON TIKI, por ejemplo, van a ser los encargados de continuar la saga de los PIRATAS DEL CARIBE) lista de jóvenes directores escandinavos requeridos por las productoras hollywoodienses tras haber dado muestras de talento para el cine comercial en sus país de origen. Kormákur hace una década lo hizo de la mano de la estupenda 101 REIKJAVIK, su loado debut tras la cámara.
Desde hace algunos años se halla instalado en Estados Unidos ampliando una trayectoria que, aunque no ha estado jamás a la altura de su primera obra, tampoco puede ser despreciada de modo alguno. No podemos decir que su nombre figure en las numerosas filas de los arribados a pagar el precio de la total y rentable despersonalización de intereses personales en aras del mandato industrial de acogida, que no exige más que profesionalidad obediente y conformada.
Ahora nos llega 2GUNS, y analizarla consiste en repasar las constantes esta etapa norteamericana, esto es, la de ser espectador de una obra que dista mucho de ser redonda, que tiene en todo momento conciencia del peaje asimilable, convencional por el que está transitando, pero que, lejos de someterse aplicadamente a los dictados de la implacable grisura contra la que acaban estrellándose este tipo de productos, se esfuerza cuanto menos por , en su planteamiento y en su primer desarrollo argumental, apelar a la sorpresa y al desmarcaje.
El film nos presenta a dos hombres que, tras ver como un importante y despiadado capo mejicano del mercado de la droga no cumple con la entrega de una mercancía acordada con ellos, deciden atracar el banco en el que saben que éste último deposita semanalmente los beneficios de su negocio.
2GUNS pertenece a esa clase de films en los que el peso de la narración es superior a la suma de elementos integrantes del relato, pues sólo adquieren sentido en tanto que se saben, desde el primero hasta el último de sus recovecos, dispositivo narrativo, artefacto argumental ávido de generación de nuevas expectativas en la trama. La última obra de Kormákur somete todo su periplo al constante vapuleo de las certidumbres sembradas en el espectador: el hilo narrativo se convierte, así, en un campo de minas auténtico, en el que es necesario pisar alguna para que la narración avance.
La primera hora del metraje de 2GUNS es un notable ejemplo tanto de querencia por el riesgo que implica una narración siempre luchando por flagelar lo esperable en un vulgar thriller de acción mafiosa, como de nitidez expositiva a cargo de un realizador que mantiene un férreo control sobre lo expuesto, sin que la urdimbre de idas y venidas, de recolocaciones y de revelaciones de dobles identidades e intenciones haga derrapar un ápice a la narración por el terreno del embrollo confuso, desmadejado y caprichoso.
A tal efecto hay que reconocer la competencia de un guión que aprovecha al máximo la dosificación del constante zarandeo al que es sometida la información de importantísimos datos. Y no sólo eso, sino que cabe añadirle el punto exacto de complicidad, ironía y suficiencia con el que los dos actores principales acometen la responsabilidad de asumir el constante vaivén de develamientos e indicaciones. Tanto Denzel Washington como Mark Wahlberg prestan el sano divertimento que sus roles y sus respectivos posicionamientos dentro de la trama requieren sus traicionados y enmascarados personajes.
Eso sí, finalmente 2GUNS no es capaz de solventar el máximo peligro que arrastran implícito este tipo de relatos autoconvencidos de su naturaleza simuladora y mutante. Éste no es otro que el de la inverosimilitud final y el inevitable vaciado de contenidos. A fuerza de tanto obsesionarse con la continua bifurcación, el film cae preso de su propia inercia. La trampa pasa su factura. Los personajes acaban revelando su monolítica concepción de pieza dentro de un puzle acelerado y cambiante, de ahí que el paso de los minutos se torne letal, pues la necesidad de continuar y de atar ciertos cabos se da de bruces con la finura del planteamiento argumental en su inicio y en su desarrollo.
Original, sorpresiva, inteligente en su planteamiento, pero insatisfactoria en la deriva de acontecimientos, lo que nadie puede negarle a 2GUNS es lo juicioso de su nada vulgar entretenimiento.