Mientras Dure Guerra 2

Título original: Mientras dure la guerra

Año: 2019

Duración: 107 min.

País: España

Dirección: Alejandro Amenábar

Guion: Alejandro Amenábar, Alejandro Hernández

Música: Alejandro Amenábar

Fotografía: Alex Catalán

Reparto: Karra Elejalde, Eduard Fernández, Santi Prego, Patricia López, Inma Cuevas, Nathalie Poza, Luis Bermejo, Mireia Rey, Tito Valverde, Luis Callejo, Luis Zahera, Carlos Serrano-Clark, Ainhoa Santamaría, Itziar Aizpuru, Pep Tosar

Sinopsis: Verano de 1936. Entre el 17 y el 18 de julio un grupo de militares sublevados liderados por los los generales Emilio Mola y Francisco Franco, llevan a cabo un golpe de Estado contra el Gobierno de la Segunda República. El escritor y filósofo Miguel de Unamuno decide apoyar públicamente esta sublevación militar que promete traer orden a la convulsa situación del país. Inmediatamente es destituido por el gobierno republicano como rector de la Universidad de Salamanca. Mientras, el general Franco consigue sumar tropas al frente sublevado e inicia una exitosa campaña con la secreta esperanza de hacerse con el mando único de la guerra. La deriva sangrienta del conflicto y el encarcelamiento de algunos de sus compañeros hacen que Unamuno empiece a cuestionar su postura inicial y a sopesar sus principios.

Nota: 3.5

Comentario Crítico:

Tras cuatro años de vacío creativo, no será MIENTRAS DURE LA GUERRA la película que logre encauzar la tambaleante trayectoria de ese realizador en perenne búsqueda de temperamento distintivo que es Alejandro Amenábar. Y no lo hará porque esta fría aproximación a la dificultosa figura del irreemplazable Miguel de Unamuno se brinda sin tapujos a convertirse en prístino muestrario del cúmulo de tibiezas sobre las que el exitoso creador de TESIS ha ido cimentando el consabido territorio de inmaculada confortabilidad hacia el que ha ido sucumbiendo desde, prácticamente, que irrumpiera en el panorama del cine español en 1996 con su citada ópera prima. Sólo la notable LOS OTROS apunta con claridad el cineasta que él ha luchado por forjar. El resto de su obra lo define como el obsesivo controlador de desangeladas conformidades fílmicas que no ha sabido impedir ser. No ha sabido o no ha querido. No resulta fácil discernir un dilema que, ahora, su último estreno se empeña en no esclarecer de forma tozudamente decepcionante.

MIENTRAS DURE LA GUERRA, por lo tanto, sí, no cuesta nada reconocerlo, sabe atrincherarse en la solvencia realizativa que su firmante ha ido atesorando. El cúmulo de hechos que se propone relatar acontece ante la mirada del espectador de modo sosegado y límpido. Mientras Dure Guerra 3El mimo con el que Amenábar procede a controlar el entramado escénico del film ayuda a que ese empeño consiga los resultados requeridos. La factura técnica y ornamental del producto es, cómo no, intachable, mas el film, pese a esa esforzada exigencia (acaso por ello mismo) no logra levantar el vuelo de la nociva pulcritud observativa con la que está retenido y concertado. MIENTRAS DURE LA GUERRA exige desde su mismo planteamiento narrativo un arrojo dramático que Amenábar no sabe postular, porque, el cálculo atemperativo y amortiguador con el que afronta la urdimbre argumental es tan extremado que, en lugar de sigilo, temeridad y derrumbe, lo que proclama es fatalidad encorsetada y baldía. En definitiva, el dilema Amenábar; el riesgo de laboratorio y la intrepidez de prospecto.

Y todo ello aplicado a una de las figuras intelectuales y literarias más eminentes y crispadas de nuestro pasado casi inminente. Por eso el acercamiento a D. Miguel de Unamuno durante el ocaso de su existencia, inmerso en los agitados días del alzamiento nacional que dio lugar a la Guerra Civil adolece del acartonamiento consecuente a la timorata, en exceso conciliadora, superficial, siempre exenta de arresto crispador, intervención biográfica efectuada sobre su convulsa personalidad. Sólo la mediación de un espléndido Karra Elejalde, que sí insinúa la intensidad tozuda, sabia, sensible, decepcionada y arrepentida que el realizador no acierta a bosquejar con su distante e indecisa cámara, permite que la desventura no sea ominosa.

Una pena, por cuanto la intentona de Amenábar no parte de los postulados típicos de un baldío biopic. La inmersión en la encrucijada ideológica a la que debió hacer frente el autor de SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR tras haberse mostrado a favor de la insurrección militar contra una República que lo había desilusionado de modo tajante no se convierte en el único interés del guion urdido para la ocasiónMientras Dure Guerra 4. El posicionamiento de Unamuno corre parejo una línea narrativa que vigila el ascenso personal al poder del mismísimo Francisco Franco. El film alcanza su cénit en las históricas jornadas vividas en Salamanca, durante las cuales ambas figuras coincidieron en la universidad salmantina en una sesión en la que el escritor, sin estar previsto, decidió tomar la palabra para dar un muy famoso discurso.

Un muy documentado Amenábar establece un interesante doble itinerario: por un lado, el subjetivo dirimido por el Unamuno convencido de las bondades de la solución abanderada por el ejército sublevado hasta que emerge el Unamuno consciente de la barbarie cometida por esa creencia; por otro, el itinerario físico, estratégico e histórico que define la toma del poder sobre el bando nacional improvisada por el Generalísimo, sabiendo manejar a su conveniencia la marcha de los acontecimientos a su alrededor. De alguna forma, el alumbramiento del literato a la fiereza y la malaventura inminentes corre parejo a la gestación del monstruo que las habría de acometer con saña, estableciéndose entre ambas un apunte de oscura causalidad.

El principal problema del film es comprobar cómo Amenábar no muestra interés alguno en ahondar, en decidir descaro, en hurgar tortuosamente por entre las aristas de la atractiva sombra que pudiere preconizar la confrontación llamada a confluir de esas dos vertientes. La evidente intención de extrapolar esos hechos acaecidos hace ocho décadas con la degradante actualidad que vive nuestro país en la actualidad le pasa una clara factura: intentar esa clarividencia le obliga a condenar al personaje central y a todos sus allegados personales a un esquematismo empobrecedor y vetusto, propio de épocas ya pasadas de nuestro cine que, precisamente, ayudó a combatir un film de las características de TESIS. El didactismo ideológico pretendido convoca un afán conciliador que rezuma retórica teatralizante o, peor aún, de serie televisiva. El relato, sin remedio alguno, se deja mecer en la vacua subyugación del recurso fácil (las desapariciones de los dos colegas de tertulia), cuando no sonrojante (las ensoñaciones con la esposa) y zafio (las apariciones de Carmen Polo). MIENTRAS DURE LA GUERRA, lamentablemente, se conforma con ser una insuficiente y ordenadita historieta de pizarra.

 

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