Título original: Felices 140
Año: 2015
País: España
Director: Gracia Querejeta
Guión: Santos Mercero, Gracia Querejeta
Música: Federico Jusid
Fotografía: Juan Carlos Gómez
Reparto: Maribel Verdú, Antonio De La Torre, Eduard Fernández, Marian Álvarez, Nora Navas, Alex O´Dogherty, Ginés García Millán, Paula Cancio, Marcos Ruiz
Productora: Foresta Films / Hernández y Fernández P.C. / La Ignorancia de la Sangre / Tornasol Films
Nota: 5.7
Autora de una estimable trayectoria cinematográfica, Gracia Querejeta ha situado sus últimas obras dentro de una inercia de naturaleza melodramática, en las que prima mucho más la contención de intensidades que el interés por el desgarro ambiental bien caldeado. La suya, sin duda, es una apropiación serena, comprensiva, atemperada de todo el sinfín de posibilidades tonales que dirime esa predilección por el melodrama no virulento. Su última obra, precisamente, ve mermadas muchas de sus posibilidades por esa querencia agridulzona, por ese hábito amortiguador. FELICES 140 apunta en su configuración un arrojo que la realizadora, por estar más interesada en no salirse de su preferido patrón de juego, no sabe conferirle cuando el inusitado planteamiento de la escritura gestada para la ocasión así lo requiere.
El film narra el reencuentro que un grupo de amigos va a poder concretar tras ser requeridos todos por Elia, la anfitriona de la fiesta de fin de semana en un bello paraje canario, donde tiene la intención de soplar la tarta con las cuarenta velas de su cumpleaños. En ese sentido, el primer tercio de FELICES 140 viene a ceñirse sin molestarlo al consabido protocolo de los films corales en los que prima la tópica recreación de los tira y aflojas generacionales, la escenificación de las consabidas disputas añosas, de los afectos aplazados, de las sospechas personales, de las sinceridades reprimidas a punto de ser arrojadas a la cara del rival, de la resignación entregada que toda amistad reclama.
Sin embargo, una revelación de Elia durante la cena de la primera noche va a dar al traste con esas expectativas. El film da un interesantísimo quiebro a lo esperado cuando el personaje central revela que es la ganadora de un sorteo del Euromillón. Nada más y nada menos que 140 millones de euros es el premio que obra en su poder. A partir de ese momento, comienzan a desatarse una serie de suspicacias, planificaciones y acontecimientos que darán al traste con lo planificado por Elia. El dinero se tornará excusa para que afloren una serie de acercamientos hacia ella, en los que se evidenciará mucho más la conveniencia y el beneficio prestado que el afecto que ella creía sincero tanto por parte de sus amigos más preciados como de su propia familia (entre los invitados a la celebración se hallan su hermana pequeña, su cuñado y su único sobrino).
El principal problema de FELICES 140 es la decisión de la realizadora de capturar las reacciones a los distintos vericuetos narrativos que van a ir suscitándose sin que el acercamiento de su cámara a los hechos discierna jamás la naturaleza inusitada, furiosa y cruel expuesta.
Querejeta se muestra incapaz de aclimatar su posicionamiento escénico a la progresión de magníficos giros narrativos planteados por el guión. Al contrario de lo ocurrido en HÉCTOR o en 15 AÑOS Y UN DÍA, la calma observativa, el sosiego presuntamente irónico mediante los que ha resuelto anteriores propuestas, aquí le juegan la mala pasada de la inadecuación, de la inoportunidad, de la decisión lejos de la idoneidad. El exceso de control, la uniformidad atisbadora, más que cautela imponen bandura y monotonía escénica.
El cúmulo de venenos imprevistos, la irrupción de trágicas tensiones inadvertidas, la invasión de severas crueldades íntimas y de despreciables posicionamientos egoístas contra los que quedarán estrellados los propósitos de Elia hubieran requerido de una respuesta escenográfica bien distinta de la elegante caligrafía, sólo atenta a los distintos parlamentos actorales con los que está solventada la interesante cadena de sorpresas dramáticas postuladas. De resultas, sobre todo el último tercio, no sabe cuajar mediante colérica implicación contempladora la torrencial intensidad de fierezas determinadas a exhibir la miseria humana que Elia no era sabedora de tener alrededor. Una lástima, porque el film reclama, insta, concibe un hálito irracional, negruzco, cruel, anegador y fustigante que en el momento álgido de su entramado argumental se niega a aparecer. FELICES 140 resulta una obra de visión tan placentera como insuficiente. Es correcta cuando podría ser notable. Hay ocasiones en los que la conciliación sin doble filo no resulta la mediadora ideal. Ésta es una de ellas.