El Ultimo Desafio Imagen 2

Título: The Last Stand

Año 2013

Duración 107 min.

País USA

Director Kim Ji-woon

Guión Jeffrey Nachmanoff, Andrew Knauer

Música Alan Silvestri

Fotografía Ji-yong Kim

Reparto Arnold Schwarzenegger, Eduardo Noriega, Forest Whitaker, Johnny Knoxville, Luis Guzman, Harry Dean Stanton, Peter Stormare, Zach Gilford, Jaimie Alexander, Rodrigo Santoro, Génesis Rodriguez

Productora Lionsgate Films / Di Bonaventura Pictures

Valoración 6

Curiosa, realmente curiosa la plataforma que se ha procurado Arnold Schwarzenegger para retornar a la gran pantalla en calidad de protagonista. El que fuera Gobernador de California durante más de siete años se ha cansado de ejercer su muscular conservadurismo y ha decidido volver al lugar en el que conservó el trono del cine muscular de los años 80 y 90. Y, la verdad sea dicha, de entre todas las opciones que tenía para elegir el vehículo dentro del que reconducir la vuelta, la planteada por EL ÚLTIMO DESAFÍO se antoja la más cabal y la más interesante.

Quizás este hecho extracinematográfico (el que aporta conjeturar sobre los motivos que han llevado al actor de CONAN, EL BÁRBARO, TERMINATOR o DESAFÍO TOTAL a implicarse en él) añade un plus de interés, sobre todo pensando en el gran número de espectadores que lo idolatraron hace dos décadas. Sí, porque EL ÚLTIMO DESAFÍO  tiene la sana virtud de no hacer caso omiso de las características especialísimas que convoca el rostro que la va a aglutinar. Pese a que sean muy evidentes las maneras de un film hecho a la medida de quien la protagoniza, también lo es que los modos de su director se revelan como el certero alfiler juguetón que no se rinde a la pleitesía precedente del cuerpo a quien debe coserle el traje.

Lo primero que llama la atención es la modestia global del producto. El austro-norteamericano descarta por lo tanto implicarse en un proyecto de gran presupuesto, al estilo de los que le dieron los réditos mediáticos que ahora trata de recuperar, en los que su poderío físico, su imponente hechura corporal y su exigua pero bien aprovechada capacidad actoral resultaban pieza imprescindible de aquel engranaje. 

Lo más curioso es comprobar lo bien que se somete a esa modestia de partida el trabajo del actor y, sobre todo, el máximo partido que de ella extrae el singular profesional contratado para coordinar el regreso de aquel. Vistos los resultados, no cabe más que reconocer el acierto de situar a los mandos del dispositivo al notable director de DOS HERMANAS y EL BUENO, EL FEO Y EL RARO, el surcoreano Kim Jee-Woon. 

EL ÚLTIMO DESAFÍO termina configurándose como la digna forma con la que el asiático se divierte en someter a su solvente antojo la inesperada sencillez con la que la estrella pasada asume enrolarse en esta pequeña aventurita de tiros, persecuciones automovilísticas, fugas, asesinatos,  buenos y malos, todos ellos tamizados por una desprejuiciada puesta al día de un subgénero que algún otro (el Tarantino de DJANDO DESENCADENADO) también se ha empeñado en rescatar: el spaguetti-western.

El film narra los esfuerzos de un veterano sheriff de una minúscula localidad norteamericana fronteriza, muy cercana a la frontera con México, por tratar de detener la intentona fugitiva hacia ese país emprendida por un importantísimo capo narcotraficante que acaba de fugarse de un convoy policial que lo llevaba hacia el corredor de su muerte. El film viene muy condicionado por el parámetro temporal en el que se desarrolla la trama de los acontecimientos: las escasas horas que el capo dispone para llevar a cabo su plan a bordo de un velocísimo coche al que ni siquiera un helicóptero puede alcanzar. Un grupo de esbirros que se han instalado en los aledaños del pueblo salvaguardado por el sheriff Owens (Schwarzenegger) le complicará la existencia a éste. 

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EL ÚLTIMO DESAFÍO es un film irregular que, pese a todo, sabe sacar partido a las deficiencias que lo constituyen. Como thriller policiaco resulta de una endeblez y una vulgaridad máximos, pues ni la situación esgrimida ni el retrato de los personajes se esfuerzan lo más mínimo en concretar la turbiedad necesaria. De hecho, los elementos que integran el hilo narrativo más alejado de los que permanecen adscritos a la geografía del pueblo (el agente del FBI -un insoportable Forest Whitaker- o el mismísimo capo –un blandísimo Eduardo Noriega-) acaba configurándose como un lastre digno de extirpación. Hay momentos en los que se tiene la sensación de que estamos ante un capítulo despreciado por malo de un “Bloody Equipo-A”, o ante la versión asesina y pésima de EL COCHE FANTÁSTICO.

Curiosamente, pues, el film carece de interés cuando se toma demasiado en serio a sí mismo (casi toda la primera parte, hasta que acaece el tiroteo nocturno tras el que Owens decide plantar cara a la situación) y, sin embargo, lo adquiere cuando deja de hacerlo, cuando asume su naturaleza un tanto paródica, cuando se aferra a la potente fisicidad irónica que aporta su protagonista, cuando, en definitiva, el surcoreano se apodera personalísimamente de la función. 

Toda la segunda parte de EL ÚLTIMO DESAFÍO, centrada casi por completo en una larga secuencia que describe el enfrentamiento entre el sheriff y sus acólitos contra el grupo de asesinos compinches del narco, traza un nada despreciable divertimento en el que el actor protagonista presta el historial de su fisonomía a la causa, en el que la carta reivindicativa del western cutre contemporáneo emerge con destreza (la geografía reseca y desértica, los duelos constantes, los planos de revólveres) y en el que el director exhibe su rutilante pericia escénica, dirimiendo un disfrutable festín de acción, violencia, risas y Schwarzenegger demostrando que, de todos los músculos de su época, el, con diferencia, era el que tenía el bíceps más listo.

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