UNITED STATES OF LOVE, de Tomasz Wasilewski
Nota: 7.2
Notable tercer film del joven realizador Tomasz Wasilewski. Más allá de algún exceso en el devenir de algunos de los aconteceres relatados, UNITED STATES OF LOVE viene a acreditarlo como un director muy capacitado para la captación de interiores, de los espacios cerrados en los que se mueven los personajes encuadrados dentro de ellos, logrando que aquellos abunden en el estado de ánimo, en el malestar, en la inquietud que, quien lo habita en ese momento, está tratando de enmendar.
El film se articula en torno a un entramado argumental en el que se van sucediendo tres episodios bien distintos entre sí, pero cuyos personajes aparecen interrelacionados en algún momento. En este caso, son cuatro mujeres, tres de las cuales son vecinas del mismo edificio. En primer lugar, tenemos a Agata, un ama de casa que no consigue refrenar una pasión tan imposible como sincera por el sacerdote de la iglesia a la que acude casi a diario; también se nos presenta a Iza, la directora del colegio al que va la hija de Agata, que se muestra muy obsesiva con la deriva que va teniendo una relación oculta de más de seis años con un médico cuya mujer acaba de fallecer.
Y, finalmente, tenemos a Renata, profesora de ruso en el centro escolar regentado por Iza, vecina de Agata, que mantiene oculta una desesperada atracción por la cuarta protagonista del film, Marzena, una joven profesora de actividades deportivas, que tiene muchas ganas de labrarse un futuro como modelo.
El film, pese a que en algún momento precise que alguno de los personajes aparezca en el segmento en el que se está desarrollando la subtrama del otro, se concreta en tres grandes partes. Una para cada historia. No se nos presentan separadas, pues el autor prescinde de la opción de vehicular un montaje paralelo que la entrecruzara en todo momento. Cada una de las partes gana en lo que se refiere a su necesaria progresión dramática, pero, sin duda, como suele ocurrir en este tipo de estructuras episódicas, el relato global se resiente del desequilibrio resultante de que no todas tienen el mismo interés. En este sentido, cabe decir que a UNITED STATES OF LOVE le pesa que la más contundente y redonda de las tres sea, precisamente, la primera historia.
Sin embargo, el peligro que sí sabe atajar el director polaco es el de la dispersión ambiental, pues sabe sacar partido máximo al hecho de que todos los personajes transitan el mismo espacio geográfico: comparten edificio, parroquia, barrio, centro lúdico y colegio. De esta forma, dada esa concentración, Wasilewski aplica a todos ellos el mismo estupor escénico, para, de esta forma, abundar la suerte de malestar colectivo que pretende significar. El agrio panorama afectivo emplazado acorrala, enmudece, lastra la posibilidad de un contento definivamente vetado.
Por ellos, lo mejor del film, sin duda, es la certera facultad del realizador para poner en evidencia la grisura, el desamparo, el desequilibrio al que parecen condenados todos los miembros de una sociedad, a la que la fuerte presión del catolicismo imperante somete a una lacerante represión. La sordidez, la explicitud, la frontalidad en la (osada) mostración de los cuerpos desnudos contrasta con la dolorosa insatisfacción que padecen sus dueños. El cuerpo no es sancionado como reducto de placer, sino de sufrimiento, de deseo jamás consumado (en el caso de Agata y Renata), despreciado (en el de Iza) o ultrajado (en el de Marzena). Wasilewski indaga con su cámara en los interiores de los hogares de cada uno de los personajes, logrando que el espacio encuadrado tome forma de hábitat dentro del cual aquellos evidencien la impía angustia que los maltrae. En definitiva, una película áspera, agresiva, desesperanzada, incómoda, notablemente esculpida a la que le mengua la magnitud de su pegada la elección un tanto exagerada de algunas de sus decisiones drama´ticas.
THE COMUNE, de Thomas Vinterberg
Nota: 7
La carrera del danés Thomas Vinterberg logró salir finalmente, mediante THE HUNT, del desinterés generalizado con el que con todo merecimiento había sido recibida todos las obras de su filmografía posteriores aquella rotunda obra maestra llamada CELEBRACIÓN, el memorable hito del manifiesto Dogma, que lo catapultó, de la noche a la mañana, siendo muy joven, a la primera plana del panorama cinematográfico internacional de la década de los años noventa. Tal fue así, que toda su trayectoria posterior no puede ser más que analizada como una (mala) decisión de ir en contra de los postulados y los designios que aquella mostraba perfectamente asimilados.
De ahí que, fundamentalmente, THE COMUNE ha de ser afrontada como síntoma de la firmeza de la recuperación profesional advertida en el film protagonizado por Mads Mikkelsen.
Una vez vista, cabe decir que, aunque se trate de un film situado en las antípodas argumentales y genéricas de aquel, y que, aunque el resultado final sea algo menos contundente , la nueva película del realizador de DEAR WENDY nos lo confirma como un solvente narrador de historias, desde luego, nada fáciles de, desde un punto de vista estrictamente narrativo, acorralar con precisión. Podemos decir, sin temor a ser condescendientes en exceso, que, si THE COMUNE no es el disparate que podría estar llamado a ser, es por la bregada capacidad del danés para amarrar con soltura los evidentes riesgos que plantea un relato sujeto a unos avatares de muy peligrosa verosimilitud y validez dramáticas.
El film parte de un guión del propio Vinterberg, en el que además se narran uno hechos que evocan un singular episodio de su propio pasado biográfico: sus propios padres tomaron la decisión de reubicarse con toda la familia en una comuna situada en Copenhague en la década de los años setenta. El film nos presenta al matrimonio compuesto por Erik y Anna. Él es un profesor de arquitectura. Ella, una conocida locutora de informativo televisivo. Ambos tienen una hija adolescente, Freja. La primera secuencia nos advierte de que Erik acaba de heredar una vieja mansión familiar. Se niega a venderla, pero, a la vez, es consciente de que no pueden soportar los gastos del mantenimiento que representa trasladarse a vivir allí. Anna le propone la idea de formar una comuna con amigos. Erik se muestra algo reacio, pero termina aceptando.
La principal sorpresa de la película se cuaja en el devenir posterior al planteamiento, pues, a la lógica presentación de los personajes llamados a ocupar el espacio referido (toda ella expuesta en forma de ágil y desinhibida comedia), le va a suceder un impensado quiebro dramático cuando Erik comienza a tener una relación amorosa con Emma, una alumna mucho más joven que él. 
Es aquí donde comienzan a labrarse los principales reparos y dificultades del film: el guión se desentiende por completo del relato de la convivencia de todos los personajes bajo ese nuevo techo y se centra en la fisura afectiva que la confesión a Anna de su infidelidad, por parte de Erik, lógicamente , abre en la relación; sobre todo, cuando ella toma la poco creíble decisión (por el retrato que se ha hecho de Anna hasta ese momento) de aceptar que Erik y Emma sigan adelante con su historia situándose en una estancia dentro de la comuna situada justo al lado de su habitación.
Lo más interesante del ejercicio es advertir cómo Vintenberg se las arregla para que toda la serie de decisiones dramáticas acaecidas después de ese momento (aplicadas fundamentalmente a la deriva desquiciada de Anna), pese a su inconsistencia, a su capricho, a su dudosa validez consecuente al arranque del film, terminen dignamente amalgamadas entre sí. Esto es, pese a lo estruendoso (y, en algún momento, ridículo: toda la caracterización de Erik) de la urdimbre de acaecimientos, el realizador tiene el aplomo narrativo suficiente para vehicular con brío, desparpajo y atención el desafuero consentido en el material escrito, contando además con, por ejemplo, una soberbia complicidad actoral deparada por una inmensa Trine Dyrholm. THE COMUNE, insistimos, se gana en todo momento el perdón de sus evidentes pecados.
