Sección: OFICIAL
Nota: 8
Líneas valorativas:
De la severa observación incomodadora desde la que Viktor Kossakovsky concibe su tarea como documentalista daba ejemplar muestra el cruento humanismo, inmisericorde y pormenorizado, con el que solucionaba un envite tan exigente como el que proponía su magnífica GUNDA. Afortunadamente, aunque desde parámetros argumentales, escénicos y estéticos harto disímiles al del seguimiento a la existencia condenada de una cerda, esa militancia en el cine como acta notarial de los resquebrajamientos que degradan el mundo que nos rodea persiste y alcanza un grado sociológico superior en la no menos soberbia ARQUITECTON.
ARQUITECTON propone una cosmogónica, amplia, profunda y radicalmente visual disertación sobre el vertedero de hormigón con el que los habitantes del planeta Tierra nos hemos empeñado en convertirlo en una insolucionable extensión de escombros, fealdad, hacinamiento y ponzoña insoluble. El film, sin mediar voz narradora alguna, dejando que el peso significacional de su postulación recaiga en el torrencial estallido de acepciones simbólicas consecuentes a la armoniosa yuxtaposición de corpus visuales convocados, se constituye como una oteadora elegía elevadamente contemplativa. Una elegía sobre el daño del paso del tiempo sobre la corteza terrestre. Un arquitecto decide concluir un pequeño anillo sagrado con piedras en su jardin. El mismo arquitecto siendo observado estudiando los misterios de la grandeza resistente y misteriosa de los tesoros arquelógicos de Baalbeck.
Imágenes de edificios devastados por la guerra en Ucrania o por un terremoto en Turquía. Sobrevuelos sobre gigantescas canteras estallando, sobre restos de antiguas edificaciones cubiertas de vegetación. La cámara de Kossakovsky, desde la pequeñez de una piedra redonda en un jardín hasta la barbarie violenta de un corrimiento de pedruscos en una montaña, acude a todos estos frentes. Los interpela, los cincela, los pule. Los indaga secretamente a través de los vasos comunicantes que canaliza entre ellos. Deja libre al espectador a que construya, asimile y piense el dolor milenario, rocoso, angulado, apocalíptico y secreto que subyace por entre los vestigios y panorámicas de este asombroso yacimiento audiovisual.